Lo que para la mayoría sería normal estar en una biblioteca de espacio cerrado, rodeados de libros y con la necesidad de tener absoluto silencio y no hacer ningún ruido para la concentración de la lectura; en Colombia existe un lugar que está lejos de ser un sitio silencioso, ahí se canta, se baila y por supuesto se estudia.
La Biblioteca Comunitaria Fundación Juvenil Alto Mira y Frontera es un espacio multifacético. Funciona, al mismo tiempo, como un lugar de protección para los jóvenes, de fortalecimiento educativo, de preservación de la cultura y de conexión con oportunidades.
Está ubicada en la vereda de Imbilí Carretera, zona rural del municipio de San Andrés de Tumaco, Nariño. Es una pequeña casa construida con estanterías de guadua donde 15 jóvenes tumaqueños se reúnen a aprender desde la educación básica hasta la cultura de su región.
Surgió como uno de los primeros proyectos de la Fundación Juvenil Alto Mira y Frontera, y se constituyó legalmente en el 2019, aunque desde antes operaba como un colectivo para jóvenes, fue sirviendo para llevar oportunidades educativas a la zona rural de Tumaco.
Maité Rosales, es la directora de la Fundación y es la encargada de este espacio educativo. Dice que la Biblioteca Comunitaria Fundación Juvenil Alto Mira y Frontera es única en Colombia, “aquí se canta, se ríe, se baila y, claro, también se estudia”, dice.
“Entendimos que este espacio no podía coartar la funcionalidad del ser humano y mucho menos en un lugar como el Pacífico, donde casi todo está basado en la oralidad. Decidimos que tenía que ser una biblioteca atípica donde se viene a conversar, hablar y a compartir experiencias que son muy importantes para todos”, agrega Rosales.
En Imbilí Carretera, una zona rural y fronteriza con Ecuador, las problemáticas y retos sociales son numerosos y la población joven es particularmente vulnerable. “Este es un territorio de violencias de varios tipos, conflicto armado, escasez de oportunidades laborales y educativas, desconexión y demás. Realizamos actividades artísticas, de pedagogía, lúdicas, de fortalecimiento escolar, lectura crítica y demás para generar alternativas dentro del territorio”.
La biblioteca desde que se creó ha sido muy buena y sus proyectos han logrado impactar la vida de muchos jóvenes, tiene varios retos fundamentales; hacerse atractiva en medio de un contexto tan adverso y mostrarse como un lugar de oportunidades reales y tangibles, al tiempo que se familiariza a la comunidad con un espacio que nunca había tenido.
Es un reto constante para el que no hay aún una clara solución, pero por el que trabajan todos los días, “buscamos mostrarle otro mundo a la juventud imbiliseña” concluye Maité.