La casa de Adolfo Miguel Guerra Pacheco está ubicada en Soledad, Atlántico y aunque en el mundo del arte a este pintor le conocen como Ortegón, por el segundo apellido de su abuelo materno, todos sus allegados le llaman simplemente Miguel y es que su casa tiene un encanto, desde su fachada hasta el interior, que pasar por ella obliga a mirarla, repararla y, en muchos casos ingresar, como ha ocurrido con varias personas que no se resistieron hacerlo.
Es un artista muy versátil que en cada detalle de su vivienda hay algo de arte, hasta el punto que muchas personas le dicen que parece una casa museo, por la cantidad de cosas que hay, pero también por el estilo de cada cuadro y cada mueble, que él mismo diseña y fabrica.
Adolfo es pintor, y aunque está certificado por la Escuela de Bellas Artes, la adquisición de sus conocimientos es empírica y la experiencia en el mundo de las artes se dio mucho antes de haber ingresado a la academia, prácticamente cuando era niño.
Su inclinación por el arte de la pintura germinó desde su infancia porque su abuelo materno, su madre, varios tíos y hermanos mayores tenían facilidad para el arte de dibujar, y ellos fueron la inspiración para inclinarse por el maravilloso mundo de los colores, pinceles, las pinturas y las formas plasmadas en lienzos.
Asegura que cuando se presentó a Bellas Artes, Humberto Alean, quien era el director de artes plásticas, le dijo que él estaba listo para pintar, porque ya tenía la experiencia y era bueno en lo que hacía. Sin embargo, su maestro le dejó claro que la teoría era indispensable, porque la misma es el principio del desarrollo de la práctica, y fue así que se certificó como asistente.
Al referirse a la técnica que imprime en sus obras, asegura que las cosas van llegando por sí solas y recuerda que teniendo menos de 14 años llegó a sus manos un libro que contenía obras de varios autores reconocidos. Pero que le atrajo la obra de Rembrandt, pintor holandés, y se dijo que un día pintaría como él.
“Yo he pasado por varias técnicas y ya he estado bajo la influencia de autores, pero ahorita estoy tratando de buscar lo mío, de encontrarme conmigo mismo, y en esa búsqueda he pintado desde hace más de 20 años con la técnica de la espátula, que me da el acabado que yo quiero”, afirma, y reconoce que muchas veces utiliza el pincel.
Miguel describe sus cuadros como únicos en su estilo, son cuadros que no están pensados ni influenciados por la moda, y ello se ve en sus obras. Además de pintor Miguel es ebanista, oficio que aprendió sin proponérselo y que practica para su propio surtido, es así que cada mueble que hay en su casa, fue diseñado y elaborado por él.
Quizás ese sea el motivo para que su casa sea conocida como la ‘casa-museo’, nombre que a él no le desagrada, sino que le encanta. Y le gusta hasta tal punto que abre las puertas de su casa a personas que se sienten atraídas y con ganas de entrar, él las invita a seguir y les muestra todo lo que allí tiene.