Magdalena Moreno Morales, oriunda de Girón, departamento de Santander cuenta con 28 años de edad y dice que comenzó a sentir interés por la música tradicional a la edad de 13 años, mientras aún estaba en el colegio.
Indicó que su familia la influenció con los sonidos tradicionales, quienes le heredaron la musicalidad afro. Comenzó tocando tambora y, durante la adolescencia, exploró diferentes géneros musicales, pero en el fondo siempre sintió que “los tambores la llamaban”.
En la capital de Santander, conoció a un maestro que le enseñó a construir gaitas. El panorama político y social del departamento era bastante agitado y “hacer arte significaba generar espacios poco agradables y más con las músicas tradicionales, más con lo que yo hacía que era cambiarle las letras con mensajes de crítica política”, comenta Magdalena.
Canta boleros, son cubano, bullerengue y salsa. En cada espacio que llega busca abrirse espacio y visibilizar que las personas diversas ayudan a sostener la tradición; están presentes desde las escuelas de danza hasta en los festivales. Sin embargo, es a la hora de querer ocupar “esa primera plana” que son violentadas.
“A las maricas en los pueblos nos tienen caricaturizadas, pero cuando yo abría la boca para cantar se callaban. Mucha gente dentro de la tradición me decía que yo interpretaba el bullerengue con el respeto que es. Siempre he querido incomodar; transgredir. Quiero mostrar que somos capaces de llevar también en alto nuestras tradiciones”, explica Magdalena.
Magdalena reconoce que detrás suyo hay personas que ya han trazado el camino para que ella pueda interpretar bullerengue afro travesti. En los Montes de María, por ejemplo, recuerda el nombre de Abraham Herrera, a quien llamaba la comunidad para cantar lumbalú, el rito fúnebre sagrado de los pueblos palenqueros que solo es interpretado por personas que la comunidad consideran importantes.
