Desde hace ocho años un grupo de científicos antioqueños estaban en la búsqueda de mejorar el diagnóstico de la disfagia con apoyo de la Inteligencia Artificial y lo consiguieron. El pasado mes de noviembre la investigación recibió el premio ´Medellín Investiga 2023´.
La disfagia es un síndrome que traduce, literalmente, dificultad para tragar, ya sea alimentos o líquidos y se produce en la garganta o en el esófago, dejando consecuencias como la desviación de la comida hacia los pulmones provocando neumonía, tos, ahogamiento y en casos extremos, un bloqueo completo y doloroso de la garganta.
El pasado mes de noviembre la investigación recibió el premio ´Medellín Investiga 2023´, en la categoría premio a la investigación de mayor impacto por la propuesta de su método de apoyo no invasivo al diagnóstico de la disfagia que complementa los métodos convencionales invasivos como la endoscopia para estudiar el esófago y radiografías que someten al paciente a altas dosis de radiación.
El proyecto actualmente es dirigido por el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín (ITM) en alianza con la Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad de Antioquia y con datos de Hernán Ocaziones IPS.
Para este trabajo, se reclutaron 50 pacientes con disfagia, 43 de ellos neurológicos y 7 neuromusculares. “En este estudio nos centramos en pacientes con disfagia neurogénica y neuromuscular. Es decir, las que son por lesiones del sistema nervioso central y las que son periféricas”, explicó el médico Juan Camilo Suárez Escudero, investigador del proyecto y docente de la Escuela de Ciencias de la Salud de UPB y de posgrados en la Universidad CES
El bioingeniero Sebastián Roldán Vasco, docente investigador del ITM, explicó que el proyecto se enfoca en mejorar y acelerar el diagnóstico de los pacientes a través de la evaluación de tres señales del cuerpo; la primera a través de una electromiografía, una prueba que mide la actividad eléctrica de los músculos y nervios. “Ponemos unos electrodos no invasivos, que son como cintas que se ponen en los cachetes y el cuello y medimos la actividad eléctrica de los músculos involucrados al momento de masticar”.
La segunda señal se mide con un acelerómetro que se pone en lo que se conoce como “la manzana de Adán”, para evaluar pequeñas aceleraciones al tragar y la tercera señal es la voz. Y la tercera, llega la intervención de la inteligencia artificial. “Cogemos esas señales de diferente naturaleza del cuerpo humano. Señales electrofisiológicas, mecánicas y acústicas y lo que hacemos es alimentar y entrenar unos modelos matemáticos con los datos de los pacientes sanos y los que tienen disfagia.
Los expertos consideran que en el futuro la IA podrá beneficiar no solo el diagnóstico sino también el tratamiento. Por ahora, esperan iniciar ensayos clínicos con un número mayor de pacientes para corroborar los positivos resultados que están obteniendo para transformar la vida de estas personas.