Susana Rodríguez Buriticá, es una apasionada de los datos y afirma que lo suyo es el análisis cuantitativo. No deja de sorprenderle la cantidad de información que arroja la puesta en marcha, una de las técnicas de monitoreo de la biodiversidad más versátiles, la ecoacústica.
“Ver la emoción de los investigadores luego de escuchar un zumbido, un canto o un chillido de una especie que llevaban estudiando por un largo tiempo, es muy emocionante”, asegura Susana, bióloga de la Universidad Nacional y quien actualmente es investigadora del Centro Estudios Socio ecológicos y Cambio Global del Instituto Humboldt.
Además, es máster en estadística aplicada de la Universidad Estatal de Ohio y posdoctoral en ecología y biología evolutiva de las Universidades de California, Berkeley y Arizona en Estados Unidos, en especial sobre los avances y el estado de la ecoacústica en Colombia.
Afirma que la relación que tienen los sonidos, la biodiversidad y la conservación radica en que “su combinación da vida a lo que se conoce como ecoacústica, una disciplina que estudia la relación entre los sonidos, los seres vivos y su ambiente. Es una herramienta poderosa para estudiar patrones de diversidad con métodos no invasivos que también puede aplicarse para estimar el grado de intervención de un ecosistema”.
La investigadora explica que “las señales acústicas son una de las formas de comunicación más importante en la fauna, que incluso sirven para la ubicación espacial de individuos y sus presas”. Indica que “durante los últimos 20 años se ha visto un incremento acelerado en el estudio de los sonidos de la naturaleza. Esto se debe a la disponibilidad de equipos de grabación, herramientas de almacenamiento y análisis de datos, además del desarrollo de un sólido marco teórico que crece día a día”.
Sobre la puesta en marcha de la ecoacústica en Colombia dice la experta que “es un estudio que ha avanzado mucho. Cada vez son más los científicos comprometidos en incorporar la ecoacústica en sus investigaciones. Si bien es una herramienta muy útil, debemos mejorar la técnica en relación con el almacenamiento y procesamiento de datos”.
Alrededor de esta colección y del creciente interés mundial en estudiar los sonidos de la naturaleza, surgió la Red Ecoacústica de Colombia, que reúne a investigadores de numerosas instituciones. Los retos son enormes, pero que van por buen camino.
“Desde el Instituto Humboldt venimos estudiando fuertemente el bosque seco tropical, uno de los ecosistemas más amenazados. En varias ocasiones hemos hecho muestreo acústico en donde estudiamos la correspondencia entre lo que es un bosque degradado y uno con buena condición ecológica.Pensábamos que llegaríamos a la obvia conclusión de que el paisaje sonoro de un bosque seco altamente degradado iba a estar en las mismas condiciones. Sin embargo, nos llevamos la sorpresa de que hay una gran diversidad aún en zonas degradadas. A veces damos por hecho que una zona degrada no tiene mayor diversidad biológica, pero debemos decir que guarda una cantidad de formas de vida y de información que no se está teniendo en cuenta”. Afirmó la bióloga.