Cada día surgen historias que son conocidas por su perseverancia, transformación y ejemplos de vida, los seres humanos somos capaces de sobreponernos ante cualquier circunstancia, y José Luis Barros Atehortúa es un recordatorio de la importancia de las políticas de inclusión y la empatía en nuestra sociedad.
Desde muy temprana edad sus padres notaron que algo era diferente en él, y justo a los nueve años fue diagnosticado con el síndrome de Asperger, una forma del espectro autista que afecta principalmente la comunicación y la interacción social.
A pesar de la condición médica que la vida le mostró, este desafío no fue obstáculo para definir su futuro, desde niño mostró un profundo interés por el deporte, en particular la natación, actividad que se convirtió en su refugio durante varios años y en la cual obtuvo varios reconocimientos a nivel local, regional y nacional. La estructura y la disciplina del entrenamiento proporcionaron en él una forma de expresión y una vía para canalizar su energía de una manera positiva.
José Luis Barros Atehortúa, nació en Santa Marta y desde hace unos años entró en el programa de Tecnología en Educación Física Recreación y Deporte, y posteriormente logró un cupo en el Programa Profesional en Deporte en la Universidad del Magdalena, logrando obtener su título profesional.
“Me siento muy feliz y satisfecho con lo que ha ocurrido conmigo. Le doy gracias a Dios, a mi familia y al querido rector, Pablo Vera. Cuando ingresé a la Universidad mis conocimientos eran bajos y ahora que he logrado este título mis conocimientos son superiores y lo puedo compartir con otras personas”, aseguró el graduado José Luis Barros.
Lo más impresionante de José Luis es su capacidad de adaptación social; a lo largo de su paso por la universidad se convirtió en una persona mucho más sociable. Docentes, compañeros de clases y amigos notaron su crecimiento y su voluntad de aprender a relacionarse de manera efectiva con los demás, convirtiéndose en un modelo a seguir no solo en el campo deportivo, sino también en la vida social y académica.
José Luis ha demostrado que, con pasión, esfuerzo y el apoyo adecuado, se pueden superar desafíos y lograr grandes cosas en la vida, demostrando que su historia de vida es un testimonio de tenacidad y que el diagnóstico de Asperger no debe definir los límites de una persona.